Nos asaltan dudas si en algún momento parece que el niño no oye, si habla demasiado alto... Para aquellos padres que se preguntan si oye bien su hijo aquí dejamos diez señales de una posible pérdida de audición del niño.
Si detectamos varios de estos signos, hay que acudir al pediatra para que haga las evaluaciones necesarias, ya que en muchos casos el tratamiento temprano de la pérdida de audición infantil es primordial para garantizar los mejores resultados posibles en la recuperación.
Se trata de niños que ya han adquirido el lenguaje y por lo tanto no es una hipoacusia de nacimiento sino que por cualquier motivo empiezan a oír peor.
Recordemos que el retraso o la ausencia del habla es el principal síntoma de una posible pérdida de audición en niños. Pero, ¿qué sucede cuando ya ha empezado a hablar? ¿No puede ocurrir entonces que pierda audición?
La pérdida de audición progresiva sí que es posible y las causas pueden ser variadas, por lo tanto hemos de estar atentos a estos síntomas en las etapas posteriores de crecimiento del niño. Después de los dos años, podemos sospechar que hay una pérdida auditiva si:
- El niño oye bien la mayor parte del tiempo, pero en otras ocasiones no responde.
- Quiere subir el volumen de la televisión más que los demás miembros de la familia.
- Dice: “¿qué?” con demasiada frecuencia.
- El niño dirige uno de sus oídos hacia delante para escuchar.
- Baja su rendimiento escolar.
- El niño se queja de que no escucha.
- Parece que el niño no presta atención. No podemos asumir sin más que el niño simplemente no está prestando atención, cuando podría tratarse de una pérdida de audición no diagnosticada.
- Comienza a hablar a un volumen más alto que antes.
- El niño nos mira con intensidad cuando hablamos, como si estuviera concentrado, lo que puede indicar que está pendiente de signos visuales para interpretar el habla.
- Si tenemos la sensación de que algo no va bien, pero no estamos seguro del motivo, no hay que dejarlo pasar. Hay que acudir al médico para que nos remita al especialista y disipar las dudas.
Hay que saber que el 90% de los niños sordos nacen de padres oyentes. “Entender o encontrar culpables, únicamente retrasa el aprendizaje de los padres”, señala Elocy Saravia, educadora especial.
Los factores de riesgo en el recién nacido son:
• Antecedentes familiares cercanos con sordera.
• Enfermedades durante el embarazo.
• Menor a 32 semanas y peso inferior a 1,500 gramos. (Prematuro)
• Incompatibilidad sanguínea.
• Uso de medicamentos que dañen el oído.
• Asfixia perinatal.
• Toma de fármacos ototóxicos durante el embarazo.
Un 30% de las sorderas aparecen tardíamente cuando el niño es mayor de dos años.
“A partir de los dos años, la observación del niño por sus padres y educadores, es fundamental para detectar tempranamente la hipoacusia”, indica Griselda Zeledón, psicóloga y encargada del programa de Padres del Centro de Audición y Lenguaje.
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